
El baluarte de la nada. Homenaje a Miguel de Molinos
7 de noviembre de 2025 – 18 de enero de 2026
Esta exposición, comisariada por Alejandro J. Ratia y organizada por el Museo de Teruel y Fundación Ibercaja replantea el problema de lo espiritual en el arte, fijándose en la actualidad del arte español, y reivindica la contemplación y la fertilidad de la nada y del silencio.
Se plantea como homenaje a Miguel de Molinos, místico y heterodoxo turolense del XVII. Nacido en Muniesa (Teruel), formado en Valencia, se hizo famoso en Roma como maestro espiritual. Su doctrina, conocida como «quietismo», terminó sufriendo la condena del Santo Oficio, en cuya prisión moriría el turolense. Prohibida en los países católicos, su Guía espiritual será un éxito en sus traducciones alemana e inglesa, convirtiéndose en una referencia para los pietistas.
En 1974, el poeta José Ángel Valente rescata al personaje, con una memorable edición de su Guía, libro que asciende así a la categoría de clásico y de mito en la literatura mística. Una visión contemporánea percibe la cercanía entre Molinos o de San Juan de la Cruz y la espiritualidad de Extremo Oriente, el budismo Zen.
Dijo Molinos que «sólo en la nada reina el perfecto y verdadero dominio». Es la nada el baluarte más fuerte donde defendernos. Ese elogio de la nada es paralelo al de filósofos italianos de su tiempo, como Luigi Manzini. Omar Calabrese (a finales de los 80) lo relacionará con fenómenos contemporáneos, con lo que llamará la «era neobarroca».
El interés barroco por la nada se comparte por artistas de ahora mismo. En el caso de España, este interés puede invitar a una lectura transversal, intrahistórica, intergeneracional, del arte (de cierto arte) generado en el país. La línea del ascetismo «seco», del que habla Valente, no sería una apuesta por la serenidad clásica, sino por otra desnudez espiritual que pueden ejemplificar Zurbarán y su paño de la Verónica.
Este es el contexto en que se plantea esta colectiva. Los artistas nos presentan obras que parecen espejos donde mirarnos, pero para no vernos como queremos, sino para recolocarnos tan cerca de la muerte como de la vida. Nos muestran obras a modo de frontera, más cerca de ese velo con que se cubren las imágenes (en Viernes Santo) que de las propias imágenes. Obras a modo de parapetos, de obstáculos, advertencias. La nada se señala apenas. Aunque alguno se atreva a nombrarla, por ser un concepto elusivo, se declina la posibilidad de representarla, invocando el caos, la niebla del sentido, o el espejo. La noche oscura donde encontrarse, extraviándose.
Fernando Sinaga es productor de objetos enigmáticos, mediadores. Un modelo posible para interpretar su trabajo es el del alquimista. Solve et coagula es una escultura que reposa o muere directamente sobre el suelo, y que alude en su título a la tradición hermética, pues habla de la disgregación primera (aniquilante) y de la coagulación o manifestación posterior.
Ricardo Calero hace en Nada – Nunca – Es – Nada una apología de la Nada, palabra que aparece allí con la máxima humildad, aunque con el máximo decoro, bordada en blanco sobre blanco. Toda su obra es una llamada de atención sobre lo mínimo. Un dejar hacer al tiempo o la naturaleza.
Las pinturas recientes de Álvaro Negro pueden considerarse como iconos de la santa Nada. Desde hace unos años, utiliza antiguos marcos italianos del XVI o XVII. Gracias a estas enmarcaciones, y a su pintura (que es austera en apariencia, pero rica en matices) el vacío, recibe el tratamiento que merece lo sagrado.
Susana Talayero, un ejemplo de pintura extendida, renueva en tiempos actuales algunos de los motivos del barroco. Así, la vanitas, la vanidad de la vida representada por la calavera. El recuerdo de que no somos nada, y que la naturaleza es un continuo morir y renacer se manifiesta en su obra.
Las obras últimas de Charo Pradas tienen una carga mística indiscutible. Hablan de aquello que se puede ver sin mediación de los ojos. Casi pueden imaginarse como visiones de las experiencias límite, de las nieblas del sentido que empañan lo que todavía está vedado.
También son imágenes de la frontera las esculturas de Jacobo Castellano. Mesa sin ventana representa una especie de parapeto, un muro hecho de madera encontrada. Elementos intermedios, que protegen la visión de algo que no nos estaría permitido todavía. Interrumpiendo el paso, pero ofreciendo una mirilla hacia el otro lado.
Black Mirror, de Inma Femenía, nos conduce a la estricta actualidad hipertecnológica. El gran espejo negro, como una pantalla apagada, se demuestra más fértil que los dispositivos encendidos, donde se suceden imágenes sin sentido, y que no hemos solicitado. En esta nada, en esta oscuridad, todo será posible, sin embargo.

