Joana Biarnés. Moda a pie de calle
21 de noviembre de 2024 – 2 de febrero de 2025
Joana Biarnés es hoy reconocida como una figura imprescindible en la historia de la fotografía nacional, en cuya obra también destaca su mirada al mundo de la moda. Porque la primera mujer fotoperiodista de nuestro país fue también la pionera femenina en la fotografía de moda en España e incluso una de las primeras a nivel internacional.
Su trascendencia en este sector queda demostrada en esta muestra, que incluye casi un centenar de fotografías que presentan la evolución de la moda y la sociedad en una época de cambios trascendentales, desde finales de los años 50 hasta inicios de los 70, entre Barcelona y Madrid.
Biarnés fue cronista de la evolución radical que se produjo en la indumentaria, del clasicismo de la alta costura a la informalidad del prêt-à-porter o la falta de convencionalismos proveniente del Londres de final de los sesenta y también del movimiento hippy.
La relación de Biarnés con la moda
Hacía ya unos años que Joana Biarnés se había abierto camino como fotoperiodista, cuando se adentró en el ámbito de la moda. Su acercamiento al sector empezó en 1959 cuando Pilar de Ávia, directora de la revista La Moda en España, editada en Madrid, pidió su colaboración para cubrir las crónicas de moda, sobre todo las que hablaban de la alta costura barcelonesa que entonces era la más relevante a nivel estatal. La buena amistad entre ambas propició el contacto de la fotógrafa con dos de los principales representantes de la alta costura establecidos en Barcelona y Madrid: Pedro Rodríguez y Asunción Bastida, con la que trabajó con asiduidad entre 1959 y 1962.
En 1963, empezó a trabajar como fotoperiodista para el diario Pueblo y Joana se instaló en Madrid, iniciando una etapa que duraría casi diez años y daría pie a lo mejor de su producción fotográfica. Si su trabajo periodístico fue excelente, Joana se sentía mucho más creativa en sus editoriales de moda para un suplemento semanal de Pueblo, porque en ellos tenía un rol mucho más activo y descubrió el placer de disparar imágenes que ella misma había creado y provocado. La fotógrafa escogía los estilismos, temáticas, localizaciones, modelos y, a veces, incluso aportaba accesorios propios. Y es que a Joana le gustaba ir a la moda y disfrutaba hojeando revistas europeas, que claramente influyeron en su manera de vestir y mirar y a las que tenía acceso gracias a pasar temporadas en Francia con la familia de su marido, el periodista Jean Michel Bamberger.
Esta fértil etapa le abrió las puertas a los principales modistos de Madrid como Lino, Vargas y Ochagavía, Marbel Jr., Herrera y Ollero, más puntualmente, Elio Berhanyer, y también Antonio Nieto, Miguel Rueda y Juanjo Rocafort, así como los peleteros José Luis, Miguel Marinero, Herrero y Rodero, Cirilo Fernández o Villaroy, además de marcas de complementos como la óptica Cottet, para la cual hizo la imagen de muchas campañas publicitarias.
Biarnés se convirtió en la cronista regular de la sociedad y el glamur de la capital española. Fotografiaba muy a menudo a personajes con quien mantuvo mucha amistad y que, de alguna manera, también estaban conectados con la moda de su tiempo. Lucía Bosé, Karina, Natalia Figueroa o su marido Raphael fueron algunos de ellos. La opinión de Biarnés resultó clave en la elección del vestido de André Courrèges con el que Massiel interpretó la popular canción La, la, la y ganó el Festival de Eurovisión de 1968, ayudando así a crear uno de los iconos españoles de la época.
Una mirada única
Joana trató la moda con la misma proximidad y sinceridad que el resto de temas que documentaba, y ésa es una de las principales aportaciones al género. En este ámbito, tan dado a las fantasías y la sofisticación, a menudo situó a las modelos en la calle, con naturalidad, sin buscar escenarios fastuosos o extravagantes y supo captar como nadie la esencia de su tiempo.
En esa época, retratar una modelo en plena calle de Madrid suponía una provocación. Y en su voluntad de ser testigo documental de los primeros signos de apertura de este país, Biarnés también captaba en sus fotografías de moda la reacción de hombres atónitos y mujeres boquiabiertas. Era su forma de apostar por una cierta relajación de la sociedad, y a la percepción de un panorama al que contribuyó visualmente con una buena dosis de alegría, picardía y frescura.
Joana Biarnés fue testimonio atento de estos cambios y se involucró en ellos, razón por la cual el discurso expositivo incluye su trayectoria vital y la proyección de fragmentos del documental Joana Biarnés. Una entre todos con entrevista a la propia fotógrafa.
Tres ejemplares de revistas de la Colección Marina y Miguel Pintre con reportajes de la fotógrafa completan la muestra, junto a los cinco vestidos de la época prestados por la Fundació Antoni de Montpalau, -que posee una de las colecciones de moda más destacadas de España-, con piezas de Asunción Bastida, Renoma, Elio Berhanyer, Carmen Mir y el traje de novia de Biarnés creado por Antonio Nieto.
Esta exposición era un sueño largamente acariciado por su comisario, el historiador y crítico de arte y moda Josep Casamartina i Parassols. y por la propia Joana, que lamentablemente falleció en 2018, sin poder ver el éxito que la muestra ha cosechado previamente en el espacio Tinglado 2 del Ajuntament de Tarragona, la Sala Muncunill del Ajuntament de Terrassa y la Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid.
Ahora es el Museo de Teruel quien toma el relevo en esta exposición organizada junto a la Fundación Photographic Social Vision, entidad que defiende el valor social de la fotografía documental y que custodia y difunde el Archivo Joana Biarnés.