El Museo de Teruel se encuentra en la Casa de la Comunidad, uno de los edificios civiles más emblemáticos de la ciudad de Teruel. Este palacio fue construido en 1592, bajo la dirección de los maestros Juan de Rigol y Pedro de Heredia, como sede de las instituciones políticas y jurídicas de la Comunidad formada por la ciudad de Teruel y sus aldeas. En el interior destaca la escalera, coronada con una cúpula de yesería, y como uno de los espacios más significativos el despacho del Juez, máxima autoridad de la ciudad y su territorio. Además de las funciones administrativas, el edificio ofrecía alojamiento a los diputados representantes de las aldeas, que disponían de alcobas en diferentes plantas; en el sótano se instalaron las cuadras para guardar las caballerías.
A pesar de la pérdida de poder político y administrativo, la Comunidad de Teruel continuó vigente, ocupando la Casa de la Comunidad hasta el proceso desamortizador del siglo XIX. En el año 1837 ejerció como sede de la Diputación Provincial, posteriormente lo fue del Instituto de Segunda Enseñanza, y de diversos partidos políticos, hasta que ya en el siglo XX se vendió a particulares. En el año 1972 la Diputación Provincial adquirió el inmueble, que fue declarado Monumento Histórico Artístico de carácter nacional en 1974. Entre los años 1977 y 1985 se procedió a su restauración y acondicionamiento para acoger las distintas salas del museo, recuperando la estructura original y resaltando los elementos ornamentales que se conservaban.
Arquitectónicamente el edificio pertenece al estilo renacentista. Está totalmente construido en piedra y ocupa una superficie de 700 metros cuadrados. La fachada principal alcanza una altura cercana a los 15 metros, y se divide en cuatro cuerpos donde destacan los siguientes elementos:
– La puerta de acceso, encuadrada por dos columnas corintias a cada lado, que sostienen un frontón curvo partido; en el centro se sitúa, muy alterado, el escudo que posiblemente contenía los símbolos de la ciudad de Teruel.
– Tres balcones en el segundo cuerpo, con frontones rectos, separados por dos pináculos troncopiramidales que coronan las columnas de la entrada.
– Quince pequeños arcos típicos de la arquitectura renacentista aragonesa, y sobre ellos una cornisa con grandes modillones, uno de los elementos que singularizan este palacio.
– Rematando el edificio se encuentra la logia de columnas dóricas y arcos de medio punto.