La residencia ubicada en las proximidades de Calanda albergaba este pavimento, con un estilo recargado y gran profusión ornamental. Una serie de bandas rodean al campo central, dando unidad al mosaico mediante orlas que intercalan multitud de elementos de relleno como rombos, círculos, elipses, cráteras, etc. Destacan las pequeñas figuras de delfines afrontados, un tema constante desde época helenística que proliferó especialmente en mosaicos tardíos de villas de la Meseta.
Los motivos de mayor interés son seis representaciones de animales, agrupadas en dos hileras de tres cuadrados, en los cuales se disponen un jabalí, un guepardo, una leona, un león, un caballo y un mulo. Estos tres últimos también aparecen en un mosaico de la villa Fortunatus de Fraga (Huesca), siguiendo un modelo idéntico. Los campos geométricos, así como el tratamiento que reciben el color y el volumen, aproximan claramente estas dos obras.